lunes, 21 de octubre de 2013

caso de Agost, 2007


El 31 de diciembre de 2007 los periódicos alicantinos abrían sus rotativas con la siguiente noticia: “La joven hallada muerta en Agost subrayó en su Biblia: la salvación está en la montaña”.
María Dolores Yeste de 22 años era una joven de Agost de la provincia de Alicante, que estudiaba Trabajo Social en el campus de San Vicente del Raspeig en la Universidad de Alicante.
El día de Navidad del 2007, María Dolores cenó con su novio en Alicante. Cuando se despidieron era ya de madrugada y ella se marchó a su casa en Agost, a 35 kilómetros de alicante capital. Una vez en su habitación se puso el pijama y comenzó a releer algunos párrafos de los libros de cabecera que tenía en la mesilla.
De repente saltó de la cama y sin cambiarse de ropa, cogió de nuevo el coche y condujo de vuelta a Alicante, a la casa de su novio. Cuando este abrió la puerta, María Dolores estaba fuera de sí, bastante excitada y le decía a su novio que tenía que ir con ella. Su novio intentó convencerla de que dadas las altas horas que eran, debería irse a casa a dormir y que al día siguiente hablarían más tranquilamente.
Antes de irse a toda prisa, María Dolores le dijo a su novio algo que él jamás podrá olvidar: “Si confias en mí, ve a la montaña”.
De vuelta en casa, la última persona en ver a la joven con vida fue su madre, Crescencia Herrera, de quien se despidió el 25 de diciembre antes de salir a la calle en pijama, zapatillas de estar en casa y bata.
Condujo el coche hasta un paraje rocoso de la sierra de Maigmó, en donde abandonó el coche cuando no pudo avanzar más con él y continuó a pie. Como en una especie de trance, avanzaba hacia la montaña con sólo una bata, el pijama y unas zapatillas de estar por casa, expuesta a un intenso frío y unas lacerantes piedras que se hundían en sus casi descalzos pies.

Sierra del Maigmó a donde subió María Doleres Yeste(www.marblenet.es).
Avanzó durante toda la mañana y no se detuvo hasta el atardecer, mientras iba dejando sus escasas ropas y zapatillas por el camino de ascensión, así desnuda y descalza completó su viaje, con las piernas ensangrentadas por los arañazos y los pies en carne viva, con heridas que llegaban hasta el hueso.
A más de mil metros de altura se tumbó con las piernas juntas y los brazos en cruz, soportando el gélido viento hasta que su cuerpo no pudo más y murió de hipotermia.
La desaparición de María Dolores causó una honda conmoción en Agost, un pueblo de poco más de 4.000 habitantes donde todos se conocen.
Centenares de vecinos y amigos participaron en los trabajos de búsqueda y rastreo de la zona durante todas las fiestas navideñas. Los residentes se unieron así a la labor desempeñada por miembros de la Guardia Civil, Policía Local de Agost y de la vecina Tibi, así como miembros de Protección Civil y la Cruz Roja.
Junto a ellos, todos los días participaron en la búsqueda los padres de la desaparecida, Juan Pedro Yeste y Crescencia Herrera, quienes mantuvieron hasta el último momento la esperanza de poder encontrar viva a su hija, a la que vieron por última vez el día de Navidad.
Finalmente se localizó el vehículo en una zona conocida como El Palomaret, un paraje poco transitado en la sierra del Maigmó.
Allí apareció también su pijama, ropa interior y documentación. Finalmente, durante la mañana del día de Nochevieja, un joven que realizaba parapente halló el cuerpo sin vida de la joven en lo más alto de la montaña.
Lugar en el que apareció el cuerpo sin vida de la joven alicantina(www.comunitatvalenciana.com)
El cuerpo sin vida de la joven se encontraba en una posición que aparentaba “relajación y estar durmiendo”. El parapentista dijo que “las únicas muestras de golpes eran arañazos en las piernas” y se mostró sorprendido de que la joven pudiera haber ascendido sin ropa hasta ese lugar en este época del año.
Según relató, cuando vio el cadáver de la joven desde el aire decidió aterrizar en la cima para confirmar que se trataba de una persona. Después alertó a la Guardia Civil, que recuperaron el cadáver el 31 de diciembre de 2007 en un pico tan inaccesible que para rescatarla hizo falta un helicóptero.
Completamente desnuda su cuerpo no presentaba señales de violencia alguna. La autopsia confirmaría que había muerto por hipotermia como crucificada sobre la helada roca.
El alcalde de Agost manifestó que los familiares de la joven fallecida habían hallado en su habitación una Biblia con diversos pasajes subrayados. “Estos aluden a que la salvación está en la montaña”, según Castelló.
El primer edil se mostraba por aquellos días muy afectado y consternado por la muerte de la joven y afirmaba: “No le encontramos explicación”, reconoció. “No era una persona introvertida ni con tendencias depresivas, sino alegre y divertida”, aseveró. Además, “no se le conocían especiales vinculaciones religiosas”, subrayó.
Su prima Herminia Magdaleno recuerda que María Dolores había subrayado algunos versículos en el Evangelio de San Mateo, algo que tenía que ver con la montaña. En el capítulo 24, versículo 13, dice: “Pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará. Se proclamará esta buena nueva en el mundo entero para dar testimonio a todas las naciones y entonces vendrá el fin. Cuando veáis, pues, la abominación de la desolación, anunciada por el profeta Daniel, erigida en el Lugar Santo, entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes”.
¿Pudo María dolores ver en estas palabras alguna especie de orden que le instaba a subir a la montaña? ¿Qué fuerza interior la movió para subir desde Agost a 370 metros de altura hasta la sierra de Maigmó a más de 1.000 metros de altura e inmolarse?
Su prima Herminia estaba convencida de que algo o alguien hizo saltar algo en su interior y afirmaba: “Se ve que iba motivada de alguna manera”, “Tenía que hacer eso y sea como sea, y no le dolía nada ni pasaba frío ni nada, por lo que se ve”.
Algunos investigadores apuntaban la similitud entre lo sucedido a María Dolores y el sacrificio que realizaban un antiguo grupo religioso, los cátaros, considerados heréticos por la Iglesia católica. Dicho grupo tenía un ritual de purificación llamado “endura” que consistía en buscar un lugar tranquilo en el monte y resistir durante días sin comida ni agua, hasta alcanzar el límite de las fuerzas. Muchos morían en el intento. El premio si se sobrevivía era el “consolamentum”, único sacramento que aceptaban y que significaba la liberación de todos los pecados terrenales.