Los testigos oculares de sucesos paranormales son la pieza clave para la recopilación y divulgación de todo el contenido paranormal y misterioso con el que investigamos.
En las zonas rurales o núcleos de población más aislados, los habitantes de la zona son testigos de inexplicables sucesos, como luces en el cielo, auras de luz, entes desconocidos…
¿Será porque estos habitantes pueden estar más pendientes y observadores de nuestros cielos?
Nuestra siguiente historia ha llegado a los buzones de este perfil. Hemos decidido no alterar ni una coma para alterar de la menor manera posible la vivencia de un grupo de jóvenes en un verano de 2013.
Final del año 2013, en el pequeño y remoto municipio de Alcoleja (Alicante), el último pueblo antes de entrar en las profundidades de la Sierra de Aitana. Sería la última semana de agosto, donde las fiestas patronales ultimaban sus últimos actos, y los residentes veraniegos ya empezaban a cargar maletas para volver a sus rutinas.
En una de esas últimas noches, un grupo de 4 jóvenes, con edades comprendidas entre los 16 y 20 años, fueron a observar las Lagrimas de San Lorenzo o Perseidas.
El lugar que escogieron para evitar la contaminación lumínica y estar un poco alejados del pueblo fue el cementerio municipal, ubicado en la entrada norte y menos transitada del municipio.
Los jóvenes se sentaron a mitad de la misma carretera, ya que en esas horas de la noche no circulaba ningún vehículo por la zona.
Mientras tomaban asiento, entablaban conversa entre ellos, ya que volverían a sus rutinas y ciudades respectivas, y muy posiblemente este grupo de amigos no se juntaría hasta el próximo verano.
Entre esos momentos, se escondían situaciones plenamente que acompañan la edad, como el primer cigarrillo, conversaciones profundas o la búsqueda de un primer beso.
Las primeras "lágrimas" empezaban a dejarse ver tímidamente, acompañando esa escena y culminando un verano muy especial para la mayoría de ellos. En voz alta se contaban cómo caían desde el cielo esas luces, fruto de la caída de meteoros en el perfil de las montañas.
Pese a esto, uno de los integrantes del grupo no mostraba tranquilidad : en el cielo, empezó a divisar un objeto realizando trayectorias rectas y ángulos perfectos. La velocidad se alteraba por momentos, incluso llegando a trazar picos perfectos de 90º.
El chico, atónito ante estos sucesos, alertó al resto del grupo, esperando confirmar lo que veían sus ojos, como también la aprobación de su grupo. Las miradas se centraron entonces en su vertical, cuando ese extraño objeto se trazó encima de ellos, como reclamando su atención. Se hizo el silencio.
El objeto siguió su rumbo errante hasta desaparecer en el cielo. Una parte del grupo no tenía palabras para lo que acababan de presenciar; la otra, no dio más importancia a la extraña luminaria.
¿Qué serían esas extrañas luces?
Nuestros padres, abuelos o familiares ya nos contaban desde bien pequeños extrañas luminarias que se veían en la zona. La presencia de una instalación militar en la zona parecía ser un punto de atracción para estas luces o fenómenos. Alguno de nuestro grupo tenía algún que otro familiar que, de manera militar o civil, ha trabajado en el Radar Militar de la Sierra de Aitana.
El verano de 2013 finalizó en ese momento, con una despedida grupal y abrazos en la plaza principal de Alcolecha. Entre ese grupo de amigos, acababa de florecer una pasión y a la vez una necesidad para entender lo ocurrido esa noche.
En esa noche de verano, sin saberlo, acababa de nacer Misterios en Aitana.