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martes, 14 de enero de 2025

Avistamiento en el Cementerio de Alcolecha

Los testigos oculares de sucesos paranormales son la pieza clave para la recopilación y divulgación de todo el contenido paranormal y misterioso con el que investigamos.

En las zonas rurales o núcleos de población más aislados, los habitantes de la zona son testigos de inexplicables sucesos, como luces en el cielo, auras de luz, entes desconocidos…

¿Será porque estos habitantes pueden estar más pendientes y observadores de nuestros cielos?

Nuestra siguiente historia ha llegado a los buzones de este perfil. Hemos decidido no alterar ni una coma para alterar de la menor manera posible la vivencia de un grupo de jóvenes en un verano de 2013.




Final del año 2013, en el pequeño y remoto municipio de Alcoleja (Alicante), el último pueblo antes de entrar en las profundidades de la Sierra de Aitana. Sería la última semana de agosto, donde las fiestas patronales ultimaban sus últimos actos, y los residentes veraniegos ya empezaban a cargar maletas para volver a sus rutinas.

En una de esas últimas noches, un grupo de 4 jóvenes, con edades comprendidas entre los 16 y 20 años, fueron a observar las Lagrimas de San Lorenzo o Perseidas.

El lugar que escogieron para evitar la contaminación lumínica y estar un poco alejados del pueblo fue el cementerio municipal, ubicado en la entrada norte y menos transitada del municipio.

Los jóvenes se sentaron a mitad de la misma carretera, ya que en esas horas de la noche no circulaba ningún vehículo por la zona.

Mientras tomaban asiento, entablaban conversa entre ellos, ya que volverían a sus rutinas y ciudades respectivas, y muy posiblemente este grupo de amigos no se juntaría hasta el próximo verano.

Entre esos momentos, se escondían situaciones plenamente que acompañan la edad, como el primer cigarrillo, conversaciones profundas o la búsqueda de un primer beso.

Las primeras "lágrimas" empezaban a dejarse ver tímidamente, acompañando esa escena y culminando un verano muy especial para la mayoría de ellos. En voz alta se contaban cómo caían desde el cielo esas luces, fruto de la caída de meteoros en el perfil de las montañas.

Pese a esto, uno de los integrantes del grupo no mostraba tranquilidad : en el cielo, empezó a divisar un objeto realizando trayectorias rectas y ángulos perfectos. La velocidad se alteraba por momentos, incluso llegando a trazar picos perfectos de 90º.

El chico, atónito ante estos sucesos, alertó al resto del grupo, esperando confirmar lo que veían sus ojos, como también la aprobación de su grupo. Las miradas se centraron entonces en su vertical, cuando ese extraño objeto se trazó encima de ellos, como reclamando su atención. Se hizo el silencio.




El objeto siguió su rumbo errante hasta desaparecer en el cielo. Una parte del grupo no tenía palabras para lo que acababan de presenciar; la otra, no dio más importancia a la extraña luminaria.

¿Qué serían esas extrañas luces?

Nuestros padres, abuelos o familiares ya nos contaban desde bien pequeños extrañas luminarias que se veían en la zona. La presencia de una instalación militar en la zona parecía ser un punto de atracción para estas luces o fenómenos. Alguno de nuestro grupo tenía algún que otro familiar que, de manera militar o civil, ha trabajado en el Radar Militar de la Sierra de Aitana.



El verano de 2013 finalizó en ese momento, con una despedida grupal y abrazos en la plaza principal de Alcolecha. Entre ese grupo de amigos, acababa de florecer una pasión y a la vez una necesidad para entender lo ocurrido esa noche. 

En esa noche de verano, sin saberlo, acababa de nacer Misterios en Aitana.


miércoles, 14 de agosto de 2024

La lucha por el cuartel

En el invierno  de 2007, la base militar de Aitana cerró sus puertas con un futuro muy incierto. El fin del sevicio militar en España tan anhelado por miles de jóvenes significaba el cierre de centenares de acuartelamientos u otras instalaciones militares.

La sierra de Aitana, dejaría de acumular transito de personal milita en sus carreteras, dejando solo un pequeño grupo operativo en lamisma cima, con la estacion radar EVA Nº5

También se vieron afectaos aquellos pequeños pueblos de nuestra península, donde muchos de sus ingresos provenían de servicios municipales como un bar, economatos, estancos o pensiones. En la mayoría de ocasiones, estos acuartelamientos podían duplicar o triplicar el número de población de la zona.




Mucho se habló en su día sobre sus posibles usos, como una residencia de ancianos , un albergue para senderistas  o retén de equipos para la lucha contra incendios forestales .


Con el paso de los años, solo se ha convertido en un palacio para los amantes de Urbex (exploración urbana), parapsicología y algún que otro veterano del ejercito con nostalgia.


En verano de 2023, sorprende la noticia que el viejo acuartelamiento, gracias a  fondos europeos acogería un CPLL (Centro Primeras LLegadas). Esta noticia, quería ser"triunfo" de las administraciones : financiada al 95% por la UE y un 5% por parte del Ayuntamiento de Alcoleja, sobre un coste total de 300.000€ / y una estimación real de 22M


Esta noticia no fue muy bien encajada por los pueblos residentes de la zona ( Alcoleja, Confrides, Benilloba, Benasau,Penáguila, Torremaçanes, Sella,...) ya que se habían tomado decisiones desde despachos sin hacer consultas reales a los habitantes que viven los 365 días del año en la zona






A día de hoy y gracias al movimiento ciudadano como el de @salvem_aitana Salvem Aitana y Alcoleja entre muchos otros, este proyecto ha sido desestimado, gracias a las oposiciones (sociales y jurídicas) que se han interpuesto. 




Veremos como es el desenlace de este gigante esqueleto que habita aun a dia de hoy en plena serra de Aitana 


miércoles, 25 de mayo de 2016

Principio de acuerdo entre el Ayuntamiento de Alcoleja y la Politécnica para el plan de usos de la Base de Aitana

El portal INFORMACIÓN, nos sorprendía esta semana con el anunció del acuerdo entre el Ayuntamiento de Alcoleja y  el campusde Alcoy de la Universidad Politécnica de Valencia, con la finalidad de redactar un informe de Plan de Uso.

El alcalde de Alcoleja. Exc. Francisco Fenollar, adelanta que el estudio tendrá unos costes de aproximadamente 6.000€, que ya ha adelantado el pequeño municipio de apenas 200 Habitantes.

De momento no se han concretado posibles usos, pero se barajan las ideas de un albergue, hoteles, residencias de 3ª edad, bases de medios de emergencias o centros de interpretación de la natura


mas información, en el artículo original




http://www.diarioinformacion.com/alcoy/2016/05/21/alcoleja-politecnica-firman-convenio-plan/1764118.html

(Fuentes y imagenes : DIARIO INFORMACIÓN)

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Mitología popular : Un muerto que no lo estaba


El texto siguiente pertenece a un artículo del diario Información, publicado en 1986, cuando tenía una columna apodada 

"Cosas de Fantasmas, Duendes y Brujas"


Una de las costumbres más tradicionales de Alcolecha, pueblo alicantino situado en las laderas de Aitana, cara a la hoya de Alcoy, es el juego de la pelota valenciana en plena calle. De pronto, pasada la torre circular que formó parte de un antiguo palacio, nos encontramos con un gran gentío en la travesía principal, gritando, aplaudiendo, opinando en un barahúnda impresionante.



Como la mayoría de los pueblos de montaña, Alcolecha se encarama en anfiteatro por las laderas de la sierra y sus calles son estrechas y pinas, de gran pintoresquismo y singular traza. Un burro sube cargado de leña por el carrer; transita una vieja de luto hacia el diminuto cementerio; allá abajo, un labrador destripa terrones…




A diario, en los atardeceres, la gente busca el descanso en el “casino”, hasta la hora de irse a cenar. En esos tiempos, cuando se jugaba mucho al monte, a pesar de estar prohibido, en el pueblo vivía una mujer “dotora”, que gustaba de escudriñar por ventanas y puertas medio entornadas. Luego, con las vecinas, comentaba:

-¡En casa de … estan jugant al mont!

Para hacerle justicia, hay que decir que tenía un hijo bastante crápula, el cual dejaba los cuartos, con mucha frecuencia, en manos ajenas; por eso su madre lo vigilaba.


El muchacho regresaba muy tarde al hogar, y como la casa era reducida, se veía precisado a acostarse en el gallinero, en el que su madre lo había acomodado. Este hábitat, era el regocijo del pueblo, no cuadrando con los aires narcisistas y apolíneo del “señorito”, como era apodado. Cierto día, un vecino que tenía algunas facultades literarias, propaló una canción que las mujeres, con pegadiza tonadilla, entonaban a diario en el lavadero:


I tenía un galliner

el “postín” que es va donar

per la nit arriba a casa

no troba res que sopar.

Se´n va per a dalt

se´n va per avall

li diu a Joaquín (el del bar)

trau-me de sopar.


Para acabar de completar la tan extraña pareja, su madre tenía facha de bruja costurera, vistiendo a la usanza popular con una falda muy vuelosa y larga -el guardapiés de antaño- con una abertura al costado. La persona que nos refería la anécdota, se explicaba así: “Clavava la mà per eixe forat i allí dins portava una butxaca amb el rosari, el mocaor i els diners, tot amagat. Davall portava faldelli, brial, unes camises de tela llarga, i uns pantalons llargs en camal, pero oberts”.

Sobre esta prenda íntima de la mujer, así, abierta por delante, hay infinidad de hechos muy curiosos y significativos, lo que nos viene a demostrar que la mujer de antes, en aspectos eróticos, era exactamente igual a la de nuestros días, aunque los devaneos amorosos procuraban ocultarse de las maneras más inverosímiles.

Nuestra protagonista, cuando vigilaba, usaba los métodos del fantasma, para que no la conociera, pero echando sobre la cabeza la falda de color oscuro. No usaba sábana más que en algunas ocasiones, cuando ampliaba sus correrías con fines fogosos, hacia la parte alta del pueblo.

“¿Qué vol que li diga? ¡Quan eixía una buberota, era una endreça amb alguna dona!”. En nuestro caso, aún siendo la mujer el fantasma, los fines eran los mismos: un apaño.

No obstante, a pesar de que los vecinos de Alcolecha sabían de las andanzas del fantasma de turno, al anochecer todo el mundo atracaba las puertas, procurando salir lo menos posible de casa, puesto que en algunas ocasiones había otras personas que usaban de los mismos métodos y siempre era mejor estar precavido.

“Els homes que buscaven una dona es posaven un llençol al cap. ¡Ui! ¡Una fantasma! I era que tenía alguna famella allí amagada i anaven a gitar-se amb ella.”

Todo aquel cúmulo de fantasmas, de enredos, de miedos, trajeron como consecuencia una desgracia, aun cuando la “marmota”, en esta ocasión, la verdad es que no tomó parte activa en los hechos. El drama ocurrió de la siguiente manera:

Félix Arques, que era molinero en Alcolecha, regresaba a diario, a altas horas de la noche, con la caballería cargada de sacos de harina que entregaría a sus dueños, caminando pacienzudamente desde el molino situado en el cauce del río que nace al pie de la Peña de Aitana. Detrás, en lo alto, está el lugar de Beniafé, con su pequeña ermita y enfrente del Barranc del Troncho.

Aquí, el hombre torcía a la derecha, enfilando por la calle larga y principal del pueblo, pasando por delante de la iglesia parroquial dedicada a San Vicente Ferrer, situado a la vera del palacio.

Un día, el molinero, sintió muy débilmente cómo una voz de ultratumba le llamaba desde el interior de la iglesia:

-¡Félix Arques, vine, obre! ¡Félix Arques, vine obre!

El buen hombre, apremió entonces a la caballería, alejándose del lugar prontamente, tras santiguarse, no atreviéndose a volver la cabeza.

Al día siguiente, o a los pocos días, puesto que hay dos versiones del hecho, todo quedó debidamente aclarado. Unos dicen que, al haber una epidemia de cólera, las víctimas eran dejadas en la iglesia, dentro del ataúd, unos días. En este estado, el muerto de turno, que no lo estaba del todo, despertó de su letargo y como sabía que Félix Arques pasaba por el lugar, de vuelta del molino, al escuchar el paso de la caballería le llamó de aquella forma, apremiándole para que abriera la caja en la que había sido encerrado. Otros, afirman que los muertos eran enterrados en la cripta de la Iglesia, y, desde aquel lugar tan poco agradable, entre osamenta descarnada, llamó el cuitado. De una u otra forma, el caso es que el molinero, creyendo que un alma del otro mundo le importunaba, huyó precipitadamente y el enterrado en vida murió entonces de verdad al no recibir ayuda.

Entonces, el molinero, en descargo de su conciencia, culpó del infortunio a la fantasma. A partir de entonces, el pueblo, supersticioso, solidarizándose a la par con Félix Arques y el muerto, hizo el vacío a la pobre mujer, la cual pasó a mejor vida al cabo de algunos meses de plena soledad.

Pero lo curioso es que, enterrada y todo, días después de su muerte algunos vecinos de Alcolecha juraron que la habían visto pasar vestida de espantajo, con las faldas sobre la cabeza, por las costaneras del pueblo.

Texto de la serie "Cosas de fantasmas, duendes y brujas" publicada en el Diario Información durante 1986, con dibujos de Remigio Soler y textos de Francisco G. Seijo Alonso.